Un libro objeto se trata de un proceso reflexivo, que necesita
de varias estructuras para que la idea creativa se vea finalizada
y materializada. Para ello, en primer lugar trabajé el
concepto del texto, La ciudad y la memoria; como nuestra
memoria selectiva acoge aquellos recuerdos que nos interesan,
y como el pasado tiende a superar el presente, de ahí nace la
nostalgia, un autoengaño, una sucesión de imágenes que nos
aferran al pasado. Un libro antigüo, sin tapas, usado, amarilllento
y envejecido es transformado conceptualmente en mi memoria,
una memoría desde hace más o menos 26 años. En el lomo,
nacen una gran cantidad de marcapáginas o también llamados puntos
de libro, de numerosos colores, texturas, tipos, etc. Estos lazos,
se esconden en cada página, simbolizan mis recuerdos,
aquellos que hemos querido mantener de alguna forma
dentro de nuestra memoria, aquellos que forman parte de
nuestra vida. Según estudios, los recuerdos son seleccionados
previamente, esta selección generalmente son recuerdos
buenos, los recuerdos catastróficos o “malos”, se olvidan más
fácilmente. Por ello he elegido todo tipo de colores vivos,
colores que representan los recuerdos “buenos”, los recuerdos
con los que nos quedamos. A partír de esto, surge un gran
contraste entre el libro representado como la memoria, un
pasado, frente a la multitud de lazos representados como
nuestros recuerdos, como la nostalgia, que más tarde se
acumulan todos juntos delante del libro, generando un todo,
generando ese sentimiento de solamente valorar ciertas cosas
cuando ya no están, un festín de recuerdos, que presentan el
concepto del texto. La ciudad del antes, y la ciudad del después.